Las tierras donde cultivamos nuestras uvas se asientan en una de las mejores zonas del mundo para su cultivo. Nuestros suelos situados a 600 m de altitud, son calizos y pobres en materia orgánica, limitando el vigor de las viñas y sometiéndolas a un estrés hídrico que da lugar a vinos estructurados, de intenso color y gran potencial aromático.
El clima continental, suavizado por la cercanía del Mar Mediterráneo, se caracteriza por la escasez de lluvias (300-400 mm/año) y una gran insolación (2.500 – 3.000 horas de sol al año), lo que convierte a la Monastrell en una auténtica superviviente.